Este es un juego sin reglas que mantengo desde hace un tiempo conmigo misma.
Se trata de no pensar, de sentir, de no tener expectativas, de observar y dejarme llevar. Sin bocetos, ni pruebas, ni líneas previas a lápìz que poder borrar si no me gustan. Cada línea que llega, se queda.
Humedecer el papel y dejar que el agua corra por él sin camino definido, que la acuarela viaje y se expanda y que los colores se mezclen sin remedio.
Observar el paisaje que nace y dejar a la línea recorrerlo sin necesidad se ser reconocida, sin buscar referencias, ni orientaciones, ni realidades, dejándome llevar por los volúmenes y colores que encuentro por el camino.
Y al terminar, simplemente disfrutar de lo creado, y sorprenderme de mis descubrimientos.