EL DIQUE

Un océano contenido de lágrimas en el que podría ahogarse en cualquier momento.

Quizá por eso se iban escapando un poco cada día, mientras leía un libro o veía la televisión recostada, como si le sobrasen y sus ojos no pudieran retenerlas más.

Una lágrima mientras le daba el viento frío en la cara, una al pelar cebolla, otra al estornudar, las iba dejando caer poco a poco ante el inminente desbordamiento.

De repente una bandada de pájaros, un rugir de hojas entre los árboles, una carcajada olvidada, una palabra amable o un abrazo sincero abrían la compuerta y las hacían escapar tímidamente durante un instante.

Y la compuerta se cerraba de nuevo.

Pero el derrumbe del dique era ya inminente.

Almudena del Mazo
soy@almudenadelmazo.com
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