24 Feb SERVICIOS MÍNIMOS
Hay momentos en los que vivir se convierte en un acto de fe, o de inercia.
Algo así como mantenerse con los servicios mínimos de ilusión, curiosidad, inspiración y confianza, y a pesar de ello permitir, involuntariamente, que el aire llegue a los pulmones.
Porque vivir es lo que hay y lo que es y no es cómodo, porque todo tiembla ahí afuera. Y dentro.
La hibernación parece una opción apetecible ante la niebla, la presión, el ruido y la desorientación.
Y aun entubados, casi paralizados y apenas conscientes, el recuerdo de una lejana y pálida luz de esperanza en la evolución no nos permite abandonar y rendirnos más que por un instante.
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